Las estructuras que forman el complejo del hombro pueden estar sujetas a traumatismos o fracturas. Estos son:
– Húmero proximal
– Escápula
– Clavícula
– Articulación acromioclavicular

Las fracturas que afectan al húmero en el hombro se dividen en función del número de fragmentos resultantes, o de la zona del húmero afectada. El troquiter y el troquín, también llamadas tuberosidades, son las zonas del húmero donde se insertan los tendones que permiten muchos movimientos del hombro y su correcta reparación es fundamental para conseguir un resultado satisfactorio tras una fractura.

El diagnóstico puede realizarse con radiografías y con Scanner (TC) para valorar el desplazamiento y tipo de fractura. Su tratamiento varía en función del número de fragmentos que se han formado, y el grado de desplazamiento de estos.

Su cirujano elegirá entre distintos implantes para su reducción y fijación mediante técnicas de cirugía abierta o mínimamente invasiva, siendo los más utilizados las placas y los clavos endomedulares. Aunque lo habitual ante una fractura ósea es tratar de sintetizarla (“reparar” el hueso), en algunos casos la fractura no es reparable y el reemplazo protésico de la articulación sería el único modo de devolverle su funcionalidad.

Luxación acromioclavicular

Es una lesión traumática de la articulación acromioclavicular (AC) donde hay daño de sus medios de unión—cápsula de la articulación y los ligamentos coracoclaviculares—con separación de las superficies articulares. suele ocurrir en personas que participan en deportes como fútbol, equitación, hockey, ciclismo, remo, rugby, esquí, snowboarding, y lucha libre. El mecanismo más frecuente de lesión es una caída en la punta del hombro.

Cuando el desplazamiento es severo y produce dolor y limitación funcional puede ser necesario su tratamiento mediante una cirugía. Se realiza mediante artroscopia, y consiste en alinear y fijar la articulación gracias a un implante cargado con suturas de alta resistencia que se introduce a través de unos túneles realizados en el hueso de la clavícula y coracoides. En los casos crónicos, su cirujano deberá también agregar un injerto de sus propios tendones isquiotibiales para realizar la reparación.